sábado, 2 de agosto de 2008

Rauma, regreso al pasado

Vista la juventud de las ciudades de Finlandia y la relativa proximidad de Rauma, decidimos dedicarle una jornada. Su principal atractivo es un casco antiguo integrado por casi una treintena de manzanas que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pese a estas credenciales no las teníamos todas consigo; la propia guía que mantejamos, Guía Total, de Anaya, no se tomaba el tema muy en serio. Textualmente, advertía que "que sea la ciudad más antigua de Finlandia después de Turku y Porvoo no significa mucho...". Sobre el terreno comprobamos que con amigos como este sobran enemigos ya que, realmente, la guía no estaba haciendo justicia a la realidad.
Rauma nos encantó y sin la menor duda es la inmersión en el pasado más interesante que hemos visto en lo que se refiere a ciudades. La relativa amplitud de su casco histórico (28 hectáreas), el cuidado con que se conservan estas casas de madera con varios siglos a sus espaldas y el mantenimiento del aire marinero de los siglo XVII y XVIII convierten en un placer pasear por sus calles. Por lo demás, está plagada de comercios y todavía la habitan unas 600 personas, lo que evita que tenga el aire de un museo. Bastantes calles tienen este empedrado magnífico que procuran conservar.
Pese a ser sábado Rauma tenía ayer mucha vida y algunos turistas, nunca demasiados, la callejeaban. En el antiguo ayuntamiento nos facilitaron un plano y seguimos una ruta que proponían de manera ajustada. Empezamos en la iglesia de la Holy Cross, imponente, donde coincidimos con una boda. Recorrimos después sus calles empedradas y conociendo algunas de las casas más importantes de lo que fue una ciudad pujante.
Pasadas las dos de la tarde la vida se desinfló con celeridad. A esa hora cerraron tiendas y comercios y la gente desapareció como por ensalmo. Menos mal que, cuidadosos nosotros, poco antes habíamos descubierto en un patio interior un puesto callejero de luxe, dotado de una pequeña carpa con sillas y mesas. Allí servían café y unos bollos que fabricaban a la vista, una especie de buñuelos rellenos de crema, pecaminosos, sin duda, pero muy ricos.De regreso para Tampere decidimos pasar por Pori, pero desde el coche comprobamos que no tenía el menor interés y no llegamos ni a bajarnos. Sin embargo, la decisión fue acertada. Antes de Pori nos metimos por unos caminos rurales para llegarnos hasta el mar Báltico, ya que la carretera discurre cerca pero por el interior. En Sarkas finalmente logramos el objetivo y dimos unas vueltas por auténticas corredoiras; estaba lleno de casetas de vacaciones de todos los estilos. Como aquí nada está vallado curioseamos algunas, unas cabañitas con anexos para la sauna, precisamente donde aparece Juanma. La tranquilidad, la soledad y el silencio, casi absolutos. Nos da la impresión de que para los finlandeses son cosas fundamentales. Esta cabaña era poco más que un salón con un sofa cama y la cocina y el baño más la terracita y la sauna anexa.

Después de Pori nos aguardaba otra sorpresa. De Tampere a Rauma hicimos los 150 kilómetros por una carretera de las de aquí: normalita, con un carril en cada sentido, y limitación de velocidad entre 80 y 100, salvo en los cruces, que baja a 60, y cada pocos kilómetros el aviso de un radar que siempre aparece (los colocan bien visibles). Sin saber por qué, desde Pori la velocidad autorizada en una vía similar era casi siempre 100 y no había ni un aviso de radar (si no hay carteles, tampoco radares). El resultado fue una mayor comodidad pues tratamos de ajustar la velocidad a lo permitido. No queremos que una vez en Vigo nuestros intercambiadores reciban unas multas de las que en última instancia tendríamos que hacernos cargo. A veces creo que no lo vamos a conseguir cuando sin darme cuenta de improviso me observa amenazador uno de los "putos" radares.
El viernes también visitamos el museo de la antigua factoría textil Finlaison, en pleno centro de Tampere, de la que ya os dijimos que se había reconvertido en locales de ocio, cines, tiendas, etcétera, y en la que existen varios museos. Optamos por el de su propia historia y no nos defraudó. Desde su creación en 1820 fue un auténtico imperio, llegando a los 5.000 empleados en 1970, poco antes de desaparecer de esta ubicación, ya que sigue funcionando no sé donde pero con mucho menos personal. En la imagen se puede hacer uno una idea de su volumen con las ruedas de la máquina de vapor. Además, tiene varias salas dedicadas a la exposiciones temporales. Una era de arte moderno, en la que Juanma hizo el payaso con una figura de tres piernas y brazos, a la que le prestó los suyos.

El mismo día nos acercamos a Idea Park, un megacentro comercial a 12 kilómetros de Tampere del que nadie, incluidos los Ahonen, nos había hablado. Ana lo descubrió en un blog de estudiantes Erasmus y hasta allí fuimos. Es enorme y está francamente bien pese a tratarse de un centro al uso muy apropiado para tener una sensación de "calle" en pleno invierno. Una de sus novedades es la existencia de una especie de un amplio taller de Lego para niños donde los más pequeños montan figuras de gran tamaño, como lo prueba la figura con la que se fotografió Ana. Trabajan entusiamados y mientras, los respectivos papás, pueden visitar las tiendas sin agobios. Todo sea por los niños... y por el negocio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola familia, me parece que ya os da el sol por la espalda, no es por desanimaros, pues supongo que ya estareis deseando regresar para descansar. La verdad que todo es muy bonito y aunque no hagamos comentarios a diario, estoy convencido que los fans os seguimos a diario. pasarlo bien un abrazo y hasta el próximo capitulo. Pedro

Anónimo dijo...

Lo malo de los finlandeses es que no son escandinavos, como mucho nordicos de adopción, en definitiva, raritos, inclusive sosos, ya contareis. Rauma muy interesante, curioso. Juanma, perdón, Sr. Marques, bien lo del bañito en el polo, quedas fichado para los inviernos de Patos. Ana: un tropiezo y te cargas los gatitos. Pasadlo bien. Un abrazo. Pepe Riesgo

Ana y Juanma dijo...

Gracias por los buenos deseos. Todavía nos quedan dos platos fuertes, Tallinn y San Petersburgo, pero la verdad es que las vacaciones, desgraciadamente, van pasando. Bkos.