miércoles, 6 de agosto de 2008

Dos días para descubrir Helsinki

La capital finlandesa es la segunda excursión con pernocta que nos planteamos realizar al llegar a Tampere. Cogimos hotel para una noche y madrugamos el lunes para llegar a buena hora. Tras darle vueltas, finalmente descartamos ir en coche ya que el párking casi nos salía más caro que el hotel. Además, para movernos por Helsinki el coche era innecesario. Conclusión: bus de casa a la estación y un tren que en dos horas nos dejó en el centro de la capital. De paso, hemos conocido los servicios públicos de transporte, un dato siempre importante. A Helsinki llega mucha gente en los inmensos cruceros y ferrys que recorren el Báltico.
Como nos ocurre desde que llegamos, no hemos encontrado masificaciones en ningún sitio, la puntualidad es la norma y la calidad en los servicios, decente pero sin apabullar. Había casi animación en nuestro barrio periférico a las seis y pico de la mañana y también en la estación, pero ni una cola. El tren, por lo demás, muy incómodo el de la ida y mucho mejor el de regreso.
La estación de Helsinki es chula y figura en las guías como un edificio notable, pero quizás nos llamó más la atención el "ravintola", restaurante en una de sus alas, enorme, muy de época pero que incluía un casino en miniatura con ruleta y todo. Tras acercarnos al hotel a dejar las mochilas dedicamos la jornada a callejear, y lo hicimos a conciencia aunque, la verdad es que las cosas más interesantes están todas cerca. Recorrimos la zona más céntrica plano en mano hasta cansarnos, y pudimos ver entre otras cosas las dos catedrales, la ortodoxa y la luterana. Aunque relativamente próximas, la diferencia de estilo es evidente. En la primera, que se ve en la foto anterior, pudimos entrar pero en la segunda nos cerraron la puerta en las narices pues era un rato al parecer dedicado a la oración. En cualquier caso el interior, que atisbamos por los cristales, no tenía el mínimo interés.Nos encantó la biblioteca nacional, que pudimos recorrer a nuestro antojo y donde almacenan dos millones de libros. Una maravilla... donde no se pueden hacer fotos. Dado el tamaño de Helsinki, cada poco nos encontrábamos con un ministerio o una embajada. De la ciudad en su conjunto puede decirse que es relativamente pequeña, acogedora y asequible. En otras palabras, no es París ni Londres ni siquiera Madrid. Sin embargo, nos resultó un lugar agradable, con amplias avenidas, abundancia de zonas verdes (el 30% de su superficie) y tranquilidad. Algunos edificios y detalles nos llamaron la atención.
Para el segundo día dejamos la visita a la Temppeliaukion Kirkko, una iglesia que nos recomendaron calurosamente nuestros intercambiados. Pese a que se trata de un templo reciente (1969) podemos garantizar que las fotos no le hacen justicia. Esta construida en una pequeña colina pero sus autores en lugar de hacerlo encima excavaron en un suelo granítico; resultado, la mitad de la pared es roca y la otra mitad piedra del mismo lugar. El techo, que se ve en la foto, es una estructura circular confeccionada con un grueso hilo de cobre (23 kilómetros dice la guía) y conectado a la pared por un vidrio translúcido, lo que permite una agradable iluminación natural. El conjunto es admirable e impresiona, por lo que no teníamos ganas de levantarnos de los bancos de abedul en los que escuchamos un buen rato a la pianista que entretenía a los numerosos visitantes.
Después nos dirigimos al antiguo complejo militar de Suomenlinna, construido por los suecos a partir de 1748 y completado por los rusos después de 1808 en la bahía de Helsinki.Tras la independencia fue cuartel finlandés aunque ahora ha perdido su función militar. Es un complejo de seis islas unidas por puentes y situado en la bahía de Helsinki y se llega en ferrys que salen cada quince minutos. Es también patrimonio de la humanidad, como Rauma, pero no es que abunden en Finlandia. En total solo hay siete, de los que hemos estado en dos.
Estuvimos un par de horas dando vueltas, haciendo un recorrido que figura en los planos, visitando uno de sus seis museos, donde hasta había información en español, tiendas de recuerdos y demás. En una de las islas un camino perimetral te permitía ir recorriendo antiguos búnkeres costeros dotados de cañones y en todos los lugares te imaginabas lo que debió ser un recinto militar lleno de vida y con miles de soldados. Otras zonas estaban en obras recuperando el antiguo empedrado. Por lo demás, la visita es gratuita salvo el viaje. Tuvimos suerte de que no llovió aunque la temperatura no era muy alta y, éso sí, hacía bastante viento.
En Helsinki también tuvimos tiempo para los centros comerciales y las galerías, que hay unos cuantos. Muchas de estas últimas se encuentran en edificios que en tiempos tenían otro destino y a los que han cubierto de manera acertada con una cúpula translúcida; suponemos que en el largo invierno finlandés es algo del máximo interés.
En la zona dedicada a la sauna de unos almacenes habían colocado una imagen para que el interesado se haga la foto en traje de faena. Ana, que lo de la sauna no parece que sea lo suyo, no se resistió a retratarse.
También estuvimos en el mercado tradicional, muy similar al de Tampere y a otros que hemos visitado.
Cerca de un restaurante catalán mantienen una extraña cabina ante la que Juanma decidió hacerse una foto.
A destacar igualmente el Parlamento, un mazacote de reminiscencias soviéticas, como otros muchos de una ciudad que era parte de Rusia hasta 1918. No llegamos a entrar ya que la visita excluía la sala plenaria principal, y pensamos que entonces no merecía la pena.
Por otro lado, estuvimos en un restaurante cerca del puerto lleno hasta rebosar de finlandeses y, afortunadamente, con carta en español. Cenamos bien pero no les quedaba asado de reno y, finalmente, hemos concluído que lo de la cocina finlandesa está por ver....y demostrar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta seguiros, es un poco de aire fresco antes de mis ansiadas vacaciones y con el pleno del presupuesto la semana que viene.. estoy aprendiendo un montón.
Siento envidia de la mala!!
Un beso muy fuerte y que lo sigais disfrutando. Irache.

Ana y Juanma dijo...

Bueno, consuélate guapa que cuando tú, y kikito, estéis a vuestra vez disfrutando, nosotros ya habremos terminado. Pero bueno, que nos quiten lo bailao! Unos besotes muy fuertotes

Anónimo dijo...

Bueno ya conocemos Helsinki, a ver ahora que nos depara la suerte. Todo muy bonito y muy bien explicado.Pasarlo bien y disfrutar. un abrazo Pedro